lunes, 23 de noviembre de 2009

Lo he intentado.


He intentado escribirte algo, pero ha sido imposible. A veces el vocabulario tiene deficiencias, huecos imposibles de llenar. Es increible. Tantas palabras y hay cosas que no se pueden explicar. Todo me suena a lo mismo: bla, bla, bla. Espejos, silencios, razones que se quedan colgando, como siempre. En estos momentos, suelo buscar una canción que recubra cada parte de mi cerebro. Quizás para no dar importancia a lo que digo, darle otro registro a mi voz, o para envolverme de algo que no me deja escuchar mis pensamientos. Pero en medio de todo esto, de nuevo el corazón se llena, mis ojos vibran, y mis manos sienten la necesidad de hacer una melodía con las teclas del teclado. Porque no puedo solo escribirte, ni hablarte. Y las miradas no bastan. Nada es suficiente cuando me revuelves de esa manera el interior. Cuando hay algo luministente y que debe abrirse paso. Ya ves, son demasiados años y pocas cosas me llegan, pero entre ellas te encuentras. Aprendí a levantarme rápido y olvidé ponerme pomada en las cicatrices. Son 24 años que a veces me parecen siglos y a veces segundos. A los 17 ya tenía 90, y ahora estoy volviendo para atrás. Por eso, tengo que confesarte que a veces no quiero ni verme, no me soporto. Me daría dos hostias y cambiaría esta cara tan expresiba que tengo. Porque no miento pero me gusta esconderme. Juego a esquivar ojos que ven, no me gusta la vulnerablidad y me tengo miedo. Pobre niña tonta -me digo-. Estoy tan marchita y viva a la vez... que a veces no me soporto. Ahora no puedo decir un "si tu supieras...", porque lo sabes. Porque ves mi yo en cada locura, en cada palabra. Pero soy un vaivén. A veces tardo en recuperar el equilibrio. Siempre necesito más, soy insaciable. Absorvo mis sentimientos porque estas paredes se encierran demasiado. Entonces el corazón se llena, mis ojos vibran, y mis manos sienten la necesidad de escribir y no parar, porque llega un nuevo día, una nueva oportunidad de todo. Una sonrisa que tus palabras me devuelven en las noches de luna llena. Me he gastado tanto, que solo puedo entregarte mis ojos sin barreras.

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